Cuando el estrés de la vida nos agobia, nos olvidamos de estar presentes, enfocados en nuestras familias y viviendo en el ahora. Es allí, cuando comenzamos a comparar, resentir o frustrarnos por las cosas que deberíamos amar de nuestras familias.
Cuando empezamos a vivir en el presente, sin preocuparnos por el ayer o el hoy, podremos encontrar momentos de amor, verdad y conexión con nuestros hijos. Y esos serán los fundamentos para que ellos puedan crecer y desarrollar sus propias personalidades, deseos e intereses.
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