Podríamos pensar que le damos a nuestros hijos “todo” lo que necesitan, pero muchas veces perdemos la calidad en la relación con ellos. Sentirse escuchado, considerado, aceptado y amado son necesidades básicas de todo ser humano y son los cimientos del bienestar emocional y físico.
Intenta hacer una pausa al final de cada día, no solo para repasar tu lista de tareas, sino también para revisarte: ¿cómo estuvo el día? ¿Qué cosas nuevas he notado en mi hijo/a? ¿Dónde pude haber sido más sensible? ¿Cómo puedo dar una opinión positiva? ¿Qué necesito para tener más paciencia y energía?
Por favor, no lo hagas con autocrítica, sino con compasión y entusiasmo por este nuevo día en el que puedes tener más conciencia.