En el ritmo acelerado de las actividades diarias, es común activar el ‘piloto automático’ y pasar por alto los detalles que hacen que la experiencia sea más significativa y que fortalezcan las conexiones más profundas. Especialmente cuando se trata de nuestros hijos, es fácil apresurarse con las palabras y las conversaciones, y perder detalles importantes. Hablamos con nuestros hijos a diario, y ellos nos hablan también, pero ¿realmente estamos escuchando lo que nos dicen? ¿Somos conscientes de las palabras que les decimos?
Una herramienta útil para fomentar la comunicación consciente y un ambiente propicio para el intercambio de ideas y experiencias es la Escucha Activa. De forma sencilla y asombrosa, genera un respeto mutuo que hace posibles las conversaciones reales. Al aplicarlo en nuestras interacciones diarias con nuestros hijos, también les brindamos la oportunidad de usarlo. La Escucha Activa marca la diferencia para padres, maestros y niños por igual.
La Escucha Activa se divide en tres partes. El primero es el contacto visual. Cuando tu hijo te hable, míralo a los ojos. Es algo que deberíamos practicar más a menudo (sin dejar que los celulares nos distraigan), ya que es una forma maravillosa de cultivar una conexión auténtica y significativa, de alma a alma. Cuando miras a tu hijo a los ojos, le estás diciendo: “Estoy aquí contigo, te escucho y te presto atención. Aunque no siempre esté de acuerdo, ahora mismo, todo mi enfoque está en ti”.
La segunda parte consiste en escuchar a tu hijo atentamente.t y pausar antes de responder. Cuando nuestros hijos comienzan a contarnos algo, a veces nos adelantamos a lo que van a decir y los interrumpimos antes de que terminen su frase. “Okay, se lo que vas a pedir, y la respuesta es no.” Es fundamental permitirles terminar, incluso si es algo que probablemente hayamos escuchado mil veces antes, o si ya sabemos lo que van a decir. Cuando no escuchamos ni nos tomamos unos minutos para responder de manera reflexiva, no deberíamos sorprendernos de que ellos nos traten de la misma manera, ignorándonos.
El tercer aspecto de la Escucha Activa es hacer preguntas abiertas.. Hay dos maneras de hacer una pregunta. Puedes preguntarle: “¿Tuviste un buen día en el colegio hoy?”, lo que le permite responder con un sí o un no. La otra opción es plantearlo de manera que le permita ampliar la información y, de ese modo, estimular la conversación: “¿Qué tal te ha ido hoy en la escuela?”. Si la respuesta es “bien”, entonces puedes continuar con preguntas abiertas más específicas. “¿Qué fue lo más interesante que ocurrió? ¿Y lo más aburrido?” o “¿Con quién compartiste durante el recreo?” Las preguntas abiertas comienzan con palabras como “Quién”, “Qué”, “Por qué” y “Cómo”.
La Escucha Activa es una manera para demostrarle a nuestros hijos que los respetamos y nos importa lo que tienen que decir. Cuando los niños notan que les dedicamos tiempo para escucharlos con atención, receptividad y respeto, es más probable que respondan de la misma manera.
La escucha activa va más allá de simplemente oír; es una herramienta de comunicación consciente para establecer conexiones más profundas.