Desde hace una década se ha avanzado significativamente en el sistema educativo y en la crianza de los hijos, así como en la comprensión de su importancia y las enseñanzas de la inteligencia emocional.
Reconocer la necesidad de expresar todas las emociones, darles un nombre y brindarles espacio y compasión; así como aprender las habilidades para poder decidir cómo reaccionar al sentirlas. Pero, por muy poderosa que sea gestionar nuestras emociones, no soluciona todas las necesidades de un ser humano. Tenemos un espíritu, una esencia inherente de poder y bondad que necesita ser comprendida, aceptada y utilizada para sentirnos completos, conectados y seguros en el mundo. Cuando ayudamos a los niños a conocer y conectarse con esta parte de ellos, se crea un profundo sentimiento de pertenencia y un recinto que da lugar a la fuerza interior.
Por eso en SFK nos dedicamos a la inteligencia emocional y espiritual.